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ME SABE MAL, el blog de @Franesco

QUÉ RIDÍCULO ES EL LUJO

QUÉ RIDÍCULO ES EL LUJO

Una de las cosas que más me sorprenden cada vez que salen a relucir los habituales casos de corrupción es el destino que quienes roban le dan al dinero escamoteado: hemos visto casos de presidentes autonómicos cuya máxima pretensión parecía ser disponer de un palacete que le concediera una supuesta categoría que, lo crea él o no, nunca se adquiere decorando el wáter con escobillas de diseño (es sabido que las escobillas sólo sirven para limpiar la mierda); de gentes que acumulaban cuadros de pintores de fuste en los garajes o cuartos de baño de unas segundas, terceras o cuartas residencias que ni siquiera visitaban; de quienes sin tradición marina compran un yate que por supuesto no saben patronear; de quienes lucen joyas o relojes de marca que combinan mal con las ropas que habitualmente lucen , por no hablar de esos otros que en apenas cinco años cambian ocho veces de coche…

 

Sí podría entender, aunque no me sirva como justificación, que alguien robara para adquirir su primera vivienda, para pagar un tratamiento médico costoso o para enviar a sus hijos a estudiar a una universidad norteamericana privada, si con ello considera que les favorece (que ya es considerar); en general podría entender, aunque no me sirva como justificación, que alguien se lucrara para ofrecer un presente y futuro mejor a sus seres queridos; pero no puedo entender que alguien se corrompa con objeto de obtener una serie de bienes o servicios por los que nadie con dos dedos de frente pagaría.

 

Creo que buena parte de culpa en esta estrambótica situación está en el gusto de cierta gente por el lujo, que en mi opinión suele ser ridículo, y de la escasa respuesta de buena parte de la sociedad ante la cutrez que supone que alguien conocido se comporte de tal modo: en mi caso, una vez supe de unos amigos que obligaban a su señora de la limpieza a vestir con cofia y traje de servicio y la repugnancia fue tal que no he vuelto a tratarlos como antaño.

 

Como a cualquiera, al menos cualquiera que se pague (es mi caso) lo mucho o poco que tenga, me gustan las cosas de calidad, que no significa lujosas: prefiero comerme un solomillo a un filete de ternera; un pincho de tortilla recién hecho a una hamburguesa precocinada; tener un coche que me permita acelerar de 60 a 120 en un instante a otro que se quede en las subidas; tener piscina en mi domicilio que pasar calor en agosto; ver el partido en una televisión de 25 pulgadas en color que en otra de 14 y en blanco y negro; recibir mis correos electrónicos en el móvil que no estar pendiente de si cerca de casa hay un cibercafé; vestir un pantalón vaquero que resista a esos otros que no aguantan dos lavados…

 

Considero que un varón con un traje de chaqueta resulta más atractivo si luce unos gemelos a juego con el pasador de la corbata, pero no observo ninguna mejora si dichos gemelos llevan incrustados un pequeño diamante de 100.000 €; en el caso de una mujer, puede estar preciosa con un vestido de gasa y unos zapatos de tacón si además los acompaña con unas perlas en sus orejas, pero no estará más elegante si esas perlas, en vez de costar 500 €, cuestan 50.000 €; qué decir si hablamos de cocina: aunque la cubertería sea de plata (o de oro, acabose de la pretenciosidad), como el pescado no esté bien cocinado y en su punto…

 

Me da la sensación de que en esto de no incurrir en casos de corrupción tenemos bastante terreno ganado no sólo quienes no tenemos opciones de sacar partido de ella por falta de oportunidades, que también, sino quienes estamos satisfechos con lo que somos y tenemos.

 

POSDATA: No pongo links por aquello de la vergüenza ajena…

4 comentarios

Nicolás -

No se si el lujo es ridículo. Lo que me parece ridículo es en que se gastan el dinero algunos nuevos ricos.

Cartier -

Totalmente de acuerdo, de principio a fin.

Franesco -

Ja, ja, ja. Ha sido un exceso a modo de recurso estilístico, lo reconozco... Guardo en el armario los trajes y corbatas que usaba a diario hasta hace 3 años, pero no tengo pasador: en mi boda usé uno de mi suegro y me disgustó tanto el resultado, con ese aspecto de pinpín, que no he vuelto a utilizarlo. Y las camisas, salvo las dos o tres de las ocasiones, sin gemelos, porque es incómodo tener que doblar los puños y porque además molesta el tintineo.

En realidad debo ser algo primitivo, porque me gustan las cosas sencillas, sin artificio: el fútbol, en la grada, con los míos; quizás porque he pisado algunos palcos...

surco -

Pues eso. Que en la última frase lo has clavado. Llegado a un punto de comodidad lógica la cosa va a partir de ahí de autoestima y motivaciones.

Si te has tirado toda tu vida creyendo que la gente vale lo que exhibe o se llama de la misma forma que el cargo de su tarjeta de visita, el resto es fácil de entender. a partir de ahí empieza la proyección de tu complejo o de la imagen de éxito que te has construido, en la realidad.....y cuanto más estrambótico y exagerado, mejor.

El post muy bueno. Pero lo de que te gusten los gemelos y los pasadores de corbata;....coño Franesco, no me digas eso....