SESGADO PIJAMAS DE RAYAS
Anoche vi El niño con el pijama de rayas, la película que Mark Herman filmó a partir de la historia que narra en su libro homónimo el irlandés John Boyne. Como no he leído la obra (“The boy in the striped pyjamas”), desconozco la similitud entre la novela y el guión adaptado, pero la película no me convence.
No destriparé la historia, para que quien la vea saque sus propias conclusiones, pero sí adelanto que la visión del holocausto judío desde la óptica de Bruno, un niño de 8 años hijo de un militar alemán de alta graduación implicado en la Solución Final, no me parece creíble: el muchacho es un chico despierto, capaz de preguntarse por la bondad o maldad de su padre, que no entiende por qué los libros de Historia consideran peligroso lo que pueda hacer un solo hombre —“el judío”—, y que entabla una relación de amistad con un niño de su edad, Shmuel, preso en el campo de concentración de Auschwitz, situado junto a la casa donde su padre —director del campo— instala a la familia y que Bruno ve desde la ventana de su habitación.
Las conversaciones a un lado y otro de la valla de Auschwitz, que Bruno cree que es una granja, son las lógicas entre dos niños de su edad, a quienes les gusta jugar, pero el resto de la historia flojea porque se traslada una versión edulcorada de la repugnante matanza nazi. Quizás la obra pretende denunciar la situación sin explicitar la violencia, pero muchas veces —y es el caso—no ser claro equivale a silenciar la verdad.
Porque el mensaje subyacente —sesgado— es que la violencia, en esta ocasión la protagonizada por los nazis, acaba volviéndose en contra de sus impulsores, en una historia en la que los justos pagan por los pecadores. Pero, ¿y si Bruno no se hubiera disfrazado con el pijama de rayas que le presta su amigo Shmuel?
El filme no entra en el fondo de la cuestión: la violencia no lo es más porque quien la ejerza se degrade como persona o pueda resultar perjudicado, sino por la pobre víctima que la sufre. Nunca he creído en la pueril afirmación de que “las guerras son malas para todos”... Los culpables tienen nombres y apellidos y extender la responsabilidad al conjunto de las sociedades, sobre todo si se incluye a las víctimas o no se aclara quiénes son los verdugos, equivale a convertir doblemente en víctimas a los inocentes.
4 comentarios
Franesco -
ÁLEX: A mí tampoco me ha gustado... Sobre El hundimiento, que sí he visto, me pareció ajustada a la realidad: la vieja historia de una sociedad donde todos van detrás de un solo hombre. Muy arcaico, de no ser porque sucedió hace cuatro días...
SILVIA: Es cierto que la película de las Treces Rosas también estaba edulcorada, con aquellas muchachas cantando en presidio... También, que fueron muchos los chavales que estaban en el cine junto con sus madres (padres había menos, pero, claro, jugaba el Madrid...) y que es bueno que se acerquen a la realidad de la vida y de la maldad humana. En cuanto a los fotogramas, es curioso que en un filme sólo parezcan salvables un par de ellos, ¿no? Pero sí eran buenos, sí.
Silvia. -
Este tipo de temas no son fáciles de relatar, y menos en el cine.
¡Qué decepción! Había muchos fallos de guión. Ya me pasó cuando vi la pelicula de las Trece Rosas.
En fin, de ésta aún puedo decir que está hecha para niños, al igual que el libro, que también se ha escrito para los mismos. Niños a partir de 13 años.
Me alegró ver en el cine a bastantes niños, unos solos, los más mayores, y otros acompañados de sus madres.
Está bien que los niños vayan acercándose a la realidad de la historia poco a poco, sin la verdadera crudeza de la misma, que irán aprendiendo en Historia y, si tienen interés por el tema, con sus familiares más cercanos.
Hubo dos imágenes que me encantaron como fotografías: la primera cuando el niño mira a través de su ventana y descubre lo que él cree que es una granja, y la segunda cuando está tumbado bajo un árbol. Magníficas.
Alex -
Comparto con usted, Sr Franesco, la incredulidad de ambas obras (la novela no es tan diferente). Recomiendo "El hundimiento", desde luego, mucho más "sincera", aunque no aborde la temática "judia", tan sólo el final de un hombre y lo que se llevó con él.
rosarojadeldesierto desde Gran Canaria -
El libro es sencillo de leer, versátil, con un lenguaje llano y fácil de comprender para aquellos que más allá de desconocer el verdadero Holocausto deseen aproximarse hacia la verdad.
En mi honesta opinión y sin ver la película y teniendo la certeza de que el papel aguanta todo lo que echen, sinceramente, merece la pena leerlo, y aunque las comparaciones sean odiosas, no puedo decir lo mismo de éste, haciendo uso del paralelismo para visualizar la historia, a través de MAUS(ratón) comic, premio Pulitzer y, dónde para tener un acertado acercamiento con la realidad y la verdad con el holocausto dista bastante la diferencia con el pijama a rayas.
No obstante, recomiendo la dos lecturas, sin olvidarme de que los verdaderos perjudicados/as fueron las mujeres y los/as niños/as.
En las guerras son los verdaderos olvidados y la memoria histórica lo demuestra. Están ahí, a pesar de que los hombres lucharon con todas sus fuerzas.
Recomiendo también, estas citas con el cine para conocer la historia desde otra óptica para aquellos que de alguna forma deseen recuperar la memoria histórica de España y Europa.
-La lista de Shilder
-La vida es bella
-Cuatro Minutos
-La vida de los otros
Salud compañero.
PD: No puede comprender como el niño que porta el pijama durante toda la película tenga más peso, que el que se encuentra al otro lado de la misma y sea éste más delgado. Un error garrafal de la dirección de la película, además de que en el libro la madre del niño Bruno pasa a un segundo plano, y tengo entendido que en la película asume un papel que no se asemeja a lo escrito en el libro.
- Una valla que separa y dista bastante del deseo de dos niños- amigos y que a través de la inocencia anhelan la LIBERTAD.