AGRAVIOS COMPARATIVOS EN FUNERALES
La desgraciada muerte en accidente de helicóptero de cuatro militares desplazados a Haití en misión humanitaria vuelve a poner de manifiesto el trato diferenciado que las autoridades de nuestro país conceden a los funcionarios públicos en función del ramo al que pertenezcan: mientras el funeral por estos compatriotas fallecidos en acto de servicio ha contado con la presencia de los Reyes de España, el presidente del Gobierno, el presidente de la Junta de Andalucía, la ministra de Defensa… e incluso el líder de la oposición (sic), funerales anteriores en recuerdo de otros servidores del Estado no dieron lugar a un despliegue semejante.
¿Por qué el trato es diferente cuando los muertos son militares? ¿A qué obedece este agravio comparativo? ¿Reminiscencias del pasado? ¿Temor al estrambótico artículo 8 de la Constitución que define como misión de las Fuerzas Armadas “garantizar la soberanía e independencia de España, defender su integridad territorial y el ordenamiento constitucional”?
Acaso (en función de la circunstancia), comprendería el trato diferenciado si nuestros cuatro compatriotas hubiesen muerto en combate en una operación aprobada por el parlamento, pero no cuando hablamos de un simple accidente de tráfico, en este caso de tráfico aéreo; lo entendería también, llegado el caso, si en vez de cuatro fallecidos hubiesen sido más de sesenta, como sucedió con el Yakolev, porque lo cuantitativo concede relevancia a cualquier hecho; pero en lo que tocante al referido accidente de Haití, no lo entiendo.
No es que me moleste que el Jefe del Estado y el presidente del Gobierno quieran acompañar a nuestros militares, lo cual me parece muy bien, sino que considero destacable que no suceda lo mismo cuando hablamos de otros funcionarios. Porque si hay algo que no debemos nunca tolerar son los tratos discriminatorios, se trate del asunto que se trate.
En este sentido, el pasado verano murieron varios bomberos en un incendio en Horta de San Juan (Tarragona) y sus funerales contaron, por supuesto, con representación institucional, pero limitada a consellers y alcaldes de los municipios de residencia de los fallecidos. Y aún más evidente fue lo sucedido en 2005, cuando once miembros de un retén forestal murieron en el incendio de Riba de Saelices (Guadalajara) y el funeral no contó con la presencia de los Reyes ni del presidente del Gobierno, aunque sí con la de los Príncipes de Asturias, la vicepresidenta del Gobierno, el presidente de la Comunidad Autónoma y un par de ministros, incluyendo al de Defensa (entonces, José Bono) dada su vinculación con Castilla-La Mancha.
Habrá quien argumente que el Rey acude a los funerales de los militares como jefe de las Fuerzas Armadas que es, y que el presidente del Gobierno decide según los casos momento si es conveniente acompañarle, pero ¿alguna norma, siquiera protocolaria, puede obligar a que las dos máximas autoridades del país asistan a un funeral de militares y no lo hagan cuando los fallecidos son otros funcionarios?
Si es así, abogo por cambiar dicha norma protocolaria, porque nuestros soldados no son más importantes que el resto de funcionarios públicos. Tampoco menos. Simplemente, iguales.
4 comentarios
Franesco -
Nicolás -
Franesco -
Lobo -
Y sólo hablo de las circunstancias de unas vulgares maniobras.
Son unos funcionarios muy sufridos. Se espera más de ello. Y al morir desenpeñando su trabajo el Estado despliegue toda su pompa y protocolo.